martes, 2 de noviembre de 2010

Martes 2 de noviembre

Mi madre ha muerto. La enterré la semana pasada pero ha sido hoy, al reincorporarme al trabajo y volver  después a mi casa vacía cuando lo he comprendido. Mi madre ha muerto y no volveré a verla nunca más. NUNCA. Hasta hoy no había llorado, me ha sentado muy bien, y ahora más tranquilo, he dado un repaso a como queda mi vida ahora, y he tomado una decisión que la cambiará radicalmente.

Tengo 41 años, vivo sólo (ahora sí), trabajo en una gran empresa (no diré el nombre, de momento) donde dirijo un grupo de seis personas. Mi vida sentimental está vacía, y sin ninguna esperanza de cambio en esta vida. No tengo ya edad. Considerando que fumo, más por vicio que por gusto, que bebo (como terapia), no hago ni he practicado nunca ningún deporte y comer es mi única afición, mi esperanza de vida debe estar rondando los 50. Así que me quedan menos de 10 años de vida, no cobraré ni un duro ni del estado ni de mi plan privado de pensiones, nadie me espera en casa, y si mañana no voy a trabajar haré felices a al menos seis personas.

Pero tengo un plan. Voy a dedicar lo que me queda a la filosofía aplicada. Hacer las cosas como toca, como Dios manda, como quería mi madre o como todos los demás me ha llevado hasta aquí y para bien o para mal no me llevará más lejos. Ahora que ya no tengo que darle explicaciones a nadie voy a probar otras formas de hacer las cosas. Los filósofos se han dedicado a postular alternativas desde hace siglos, y por supuesto no ha triunfado ninguna, porque los humanos no nos guiamos por nuestro amor a la sabiduría sino por hambre de nuestras tripas. Pero como yo ya me he llenado suficiente la tripa voy a probar esas alternativas.
Empezaré mañana, he estado releyendo el “Elogio de la ociosidad” de Bertrand Russell (http://www.alcoberro.info/pdf/russell3.pdf) y lo voy a poner en práctica en mi trabajo. A ver lo que sale.

Buenas noches.

No hay comentarios:

Publicar un comentario