jueves, 4 de noviembre de 2010

Coche nuevo

Gastar hace un bien mayor a la sociedad que ahorrar, y el martes encargué un “Tramontana”. Es un coche de superlujo del que oí hablar una vez en un tren de cercanías, se fabrica en Girona y siempre me había preguntado que tipo de persona se lo compraría, me parecía algo irreal. El mes que viene visitaré sus instalaciones para personalizarlo. 

Por la tarde tuve cita con mi asesora financiera. Es como se hace llamar ella misma, lo pone en sus tarjetas de visita, pero realmente es una cajera de banco a la que hacen trabajar por las tardes. Me costó convencerla para que me dejara cancelar mi plan de pensiones. Empecé utilizando los argumentos de Rusell, le expliqué que no quería seguir invirtiendo mi dinero en empresas que no procuran ningún bien a la sociedad (aunque no he sabido nunca a que empresas va el dinero mi plan de pensiones estoy seguro de que no harán ningún bien), que era más rentable invertirlo en mi ocio, que gastando ese dinero me convertiría en una persona de buen carácter y que permitiría ganar dinero a aquellos que me proporcionaban la oportunidad de ser feliz en mi tiempo libre y no a aquellos que se dedican a asustarnos para que invirtamos en una seguridad futura... pero ella se puso nerviosa y me miró con ojitos de cordero degollado, así que opté por apelar yo también a sus sentimiento y le dije que necesitaba el dinero porque estaba pasando una mala época, tenía que hacer frente a unos gastos imprevistos, tenía problemas de liquidez debido a la crisis financiera... entonces ella se relajó, me miró con una sonrisa tranquilizadora y por fin me respondió: “No se preocupe, usted sabe que en los momentos difíciles puede contar con nosotros”. Y por fin me devolvió casi todo mi dinero (se quedó unas cuantas comisiones que justificó con un “lo hacen todos los bancos) Calculo que con esto y la herencia de mi madre me llegará para el coche.

Cuando me acosté me sentí muy vivo, sentía unas emociones muy intensas. Por un lado me sentía muy culpable por haber gastado tanto dinero en una frivolidad, el trabajo de tanto tiempo derrochado en un segundo. Por otra parte me sentí liberado, cerrar el plan de pensiones fue como decidir enfrentarme a la vida ya, sin más demora, como quitarme la excusa de “ya disfrutaré de la vida cuando deje de trabajar”. Me da un poco de vértigo pero me gusta. Y me avergüenza un poco escribirlo pero me dormí imaginando la cara que pondrán los de la fábrica cuando me vean llegar con el nuevo cochazo.

En el trabajo continué premiando a Nacho con la esperanza de que sus compañeros tomaran ejemplo de él y aprovechasen mejor su tiempo de ocio. Tito ha traído otro libro. Es bastante más gordo que el anterior.

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